La Realidad Detrás De Un Trasplante

«Dedicado a todos aquellos que pueden dar vida mas allá de la muerte, un paso a la inmortalidad»

 

Dr. Sergio Assia Robles Pediatra Hospital Ángeles de Puebla

Dr. Sergio Assia Zamora R3 de Pediatría Medica Instituto Nacional de Pediatría

 

 

El hospital recibe una llamada, todo cambia, como médico puedes estar de vacaciones, en el consultorio o de guardia, no importa; el tiempo corre y sólo piensas: hay un donador para nuestros niños en la lista de espera. Después de esto abandonas tus actividades y enfocas tus pensamientos a repasar la mecánica que se inicia al aceptar una donación y desencadena una serie de eventos que cambiará la vida de muchas familias, a pesar de estar o no en el grupo de trasplante; tú estás en el equipo, tu cabeza piensa que no hay margen de error, todo debe ser perfecto y decides que cada integrante como engrane de máquina tiene que hacer su mejor esfuerzo para lograr el éxito.

La donación estará probablemente a muchos kilómetros del hospital y se debe convocar al equipo para la procuración de órganos, la coordinación y la exactitud en los tiempos es un reto para cualquiera. Los hospitales deben estar listos, el transporte debe estar listo y sobre todo los pacientes deben estar listos, se hacen decenas de llamadas para concretar todo esto, muchas personas se ven involucradas, vidas, recursos y dinero están en juego. Se alerta a los hospitales especializados en trasplante, el tiempo sigue corriendo.

Así, la historia de los donadores se ha convertido en una historia de superhéroes e única una nueva vida para los receptores.

El equipo de cirujanos involucrados en la procuración llegan al hospital a bordo de ambulancias terrestres o aéreas con un recipiente repleto de hielo, dirigiéndose rápidamente al quirófano, la procuración debe ser tan o más perfecta que el trasplante mismo, se toman del donante, córneas, piel, hueso, corazón, riñones, hígado y en algunas ocasiones pulmón o extremidades completas. El tiempo de traslado hacia el receptor debe ser lo más corto posible, cada minuto cuenta y de eso depende e éxito o el fracaso en la función de cada órgano.

Las llamadas continúan, los receptores potenciales afortunados las recibieron, deben estar libres de infecciones, listos en las salas en espera del órgano correspondiente. De cada donante se beneficiarán aproximadamente entre 6 y 10 niños que por fin recibirán el órgano que necesitan.

Los equipos de cirujanos especialistas en cada sistema, quienes tuvieron que estudiar por lo menos 16 años de una larga carrera de medicina para estar capacitados para efectuar éste tipo de cirugías de tan alta complejidad, son la esperanza de cualquiera.

El equipo de apoyo los espera, las familias están listas, todo va bien, el helicóptero y las ambulancias se acercan.

La sala de cirugía bulle de actividad, se abren paquetes enormes de equipos sofisticados, microscopios se alistan, instrumental milimétrico, bombas de circulación extracorpórea, se examina y se asea a los receptores, los órganos ya están por llegar, los  familiares temerosos por el desenlace del evento se agolpan en la salas de espera; ellos jamás sabrán la historia del donador.

Al fin la sirena anuncia la llegada de los tan esperados órganos, el trayecto se hace eterno, los largos y vacios pasillos se llenan de esperanza. Mientras tanto el equipo de médicos repasa cada movimiento con perfección, se abre la puerta de la sala.  De mano en mano, el equipo recibe el ansiado órgano, unos respiran aliviados del deber cumplido y para otros comienza una cirugía que puede tardar decenas de horas de trabajo continuo sin descanso posible, pero vale la pena todo eso con el sólo espectáculo de ver cada órgano ser perfundido por la sangre del receptor. El movimiento es maravilloso, el equipo respira aliviado al ver como filtra un riñón, sintetiza el hígado, o lo más impresionante, late rítmicamente un corazón, están vivos otra vez!

Salen a terapia intensiva a un postoperatorio tormentoso con miles de riesgos, innumerables variables que controlar, la vida del receptor pende de un hilo, los intensivistas saben su tarea  los cirujanos confían en ellos, los familiares reciben las noticias buenas o malas, la moneda está en el aire. La historia continúa; el órgano trasplantado es un tejido extraño,

Los niños receptores tendrán que ser sometidos a tratamiento inmunosupresor; que los hace muy susceptibles a infecciones, dietas especiales, manejo completamente estéril y una inmensidad de estudios de laboratorio, imagen y medicamentos que los mantendrán con la mejor calidad de vida sufriendo el menor daño posible.

Los receptores pagan con una gran sonrisa, las palabras son insuficientes. Están listos para una nueva y diferente vida, de vuelta a la escuela y a jugar con otros niños.

El trabajo se ha logrado. Vale la pena. El equipo y la enorme lista de pacientes esperan otra llamada…

 

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